miércoles, 1 de junio de 2011
“Es un lío ser pionera, porque después te olvidan”. Entrevista a Paulina Movsichoff
Por Sofía Zavala
La escritora puntana habla de su carrera y de sus estudios sobre la mujer. Dice que se siente latinoamericana y que debe pagar caro por su espíritu pionero. Critica al mundo editorial y cuenta su experiencia profesional durante su exilio en Méjico.
Paulina Movsichoff todavía conserva una leve y pulida tonada puntana, uno de las tantas huellas que le ha dejado su San Luis natal. Escritora reconocida en México y Argentina, ella se define como una pionera en todo lo que ha hecho, aunque le toca vivir día a día las consecuencias.
- ¿Qué es lo que más te atrae de la Feria del Libro?
- Disfruto muchísimo de la Feria. Me encanta todo lo que tenga que ver con mi vocación, que es escribir. Siempre trato de participar, ya he venido algunas veces con la editorial Colihue, otras con la provincia de San Luis, también en algunas mesas redondas de poetas. Me acuerdo de una actividad muy bonita que me tocó organizar mientras trabajaba en lo que solía ser La Biblioteca de la Municipalidad de Buenos Aires. Se trataba de un panel sobre la mujer que se llamaba Un Cuarto Propio, en honor a Virginia Woolf, quien decía que para ser escritora una tiene que tener una renta y un cuarto propio. Hicimos una mesa redonda con distintas escritoras que contaban sus experiencias.
- El rol de la mujer está muy presente en toda tu obra, en tu última novela La Desconocida del Plata se ve muy claro…
- Sí, efectivamente en todas mis obras aparece la mujer de una manera muy fuerte. Es un tema del cual yo no me separé jamás. El personaje principal de mi novela es una madre que se animó a ser diferente, a transgredir el mandato de ser sumisa, de construir un hogar y se dedicó de lleno a la vida política. En mi generación a las mujeres se nos educaba para ser pasivas. Ahora me sorprendo, me extraña el impulso que tuve siempre de joven para ser distinta, yo siempre fui pionera. Vivíamos en San Luis con mi familia y yo quise venir a estudiar a Buenos Aires, de mis compañeras casi ninguna estudiaba una carrera universitaria y las que lo hacían, se quedaban allí. Hoy también es extraño que vengan a Buenos Aires, porque la mayoría se va a Mendoza o Córdoba. El primer año sufrí muchísimo, me alojaba en una residencia de monjas que me trataban pésimo. Me acuerdo que una vez un primo pasó a buscarme para pasar el fin de semana en la casa de mis tíos. Las monjas se indignaron, pensaron que era mi novio y al día siguiente me echaron. Luego me mudé a otra residencia donde no había agua caliente, me moría de frío. Yo le contaba todo a mi madre, y me vio pasarla tan mal que al año siguiente se trasladó con toda la familia a Buenos Aires. Sin darme cuenta les cambié el rumbo de sus vidas.
- Por ese entonces estudiabas Derecho ¿Cuándo te diste cuenta de que querías ser escritora?
- Mi vocación estaba escondida, yo no era consciente que la tenía, pero también me resultaba muy difícil por la época. Cuando yo empecé había mujeres muy consagradas como Marta Lynch o Silvina Bullrich, pero eran muy pocas, apenas dos o tres. En los años setenta casi no existían mujeres que tomaban la escritura como algo propio, recién eso se empezó a dar en colegas diez años menores que yo. Yo siento que abrimos un camino. Mientras estudiaba Derecho yo estaba descontenta, no me gustaba, así que no avanzaba en la carrera. Tenía un novio que me decía que tenía que ser escritora, pero yo no me animaba. Un psicólogo también me dijo que yo negaba mi vocación, y era verdad, porque escribía poemas pero me acuerdo que los tiraba, no le daba importancia. De a poco me fui dando cuenta, y hoy lo tengo más claro que nunca. Tengo otros intereses, pero verdaderamente lo único que quiero hoy es escribir, necesito poner todas mis energías en eso. Es lo que me fascina, viviría para eso, lástima que no puedo hacerlo…
- ¿Cuáles son las mayores dificultades que se te presentan?
- No lo tengo muy claro, pero la realidad es que hay un mundo editorial argentino en el cual yo no he podido acceder todavía. Año tras año se torna más complicado, hoy en día ninguna editorial te va a publicar un libro de poesía. Yo siempre he trabajado con editoriales chicas, pero ya no existen por la globalización que se ha dado. Antes uno podía acceder al editor, él mismo leía tu material pero ahora no, ya que son empresas gigantes multinacionales. Hoy muchos escritores, con mucho talento, deben pagar para ver publicada su obra, eso es algo que me parece horroroso. Yo no lo quiero hacer, porque nunca lo he hecho, salvo con mi primer libro que tuve que vender dos pulseras de oro. Pero eran circunstancias distintas, yo estaba muy ansiosa por publicar. También hay muchos libros comerciales, y gente que se hace conocida, famosa, por armar un escándalo y no por su talento genuino. También hay personajes históricos que venden más, como Rosas o Felicitas Guerrero. Yo por ejemplo escribí sobre la vida de Lafinur, un personaje excepcional. Antepasado de Borges, fue el primero en la Argentina en desarrollar teorías sobre el sensualismo, y fue muy castigado por eso. Pero a nadie le interesa el personaje, pero a mí me apasiona, porque tuvo una vida fantástica.
- ¿En México te resultó distinto?
- Sí, totalmente. Con mi primera novela, Fuegos Encontrados, yo he ganado el Premio Nacional Juan Rulfo. Era algo impensable para mí, no lo podía creer. Había dudado mucho en presentarme en el concurso, pero mi ex marido me convenció. Sigo en contacto con México, la última vez que estuve allí fue en el año 1996 cuando fui invitada para dar una serie de conferencias. En ese viaje me encontré con una colega mía que había hecho investigaciones sobre mi obra, nunca lo hubiese imaginado.
- ¿Cuánto tiempo estuviste fuera del país?
- Me exilié en Ecuador en el año 1976 durante dos años y luego viví en México otros cinco más. Fue una decisión difícil dejar el país. Mi ex marido es escritor y no estábamos tranquilos, teníamos mucho miedo. Nunca recibimos amenazas pero justo este año me enteré que a mi cuñada le allanaron su casa, le removieron hasta la tierra del jardín para ver si tenía libros enterrados. Yo extrañaba muchísimo la Argentina, vivíamos la situación con mucha angustia. Ahora extraño México. Yo me siento latinoamericana, agradezco haber descubierto esta Patria Grande. También me siento una pionera en ese sentido. Para mi luna de miel viajé a Machu Pichu, hicimos todo el viaje por tierra. Ahora está de moda, pero viajamos en unos caminos de cornisa que daban miedo, en unos ómnibus tremendos.
- ¿En qué otro aspecto de tu vida te sentís una pionera?
- En el estudio sobre la mujer. Yo comencé como investigadora en la Universidad de Buenos Aires en el año 1973 y me dedicaba a estudiar el rol de las mujeres en la obra de Alejo Carpentier. Nadie lo hacía, lástima que al poco tiempo tuve que renunciar por motivos políticos y luego me tocó vivir el exilio. A mi vuelta pude recuperar el cargo pero el decano de ese entonces le disgustaba muchísimo que yo me dedique a la mujer, así que no me renovó el contrato y me tuve que ir. Muchos años después que se fundó la Cátedra de Género. Pero nadie sabe que yo hace mucho tiempo, cuando nadie lo hacía, me dedicaba a eso. Me alegro muchísimo y disfruto que se hable con libertad del tema, pero a veces me da bronca. Es por eso que es un lío ser pionera, porque después te olvidan…
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Paulina, es magnífica la entrevista. Te admiro por lo que voy leyendo en tu blog, en tu muro de Facebook,poder conocerte más me enriquece mucho. Espero que sigas escribiendo y luchando, no hay muchas mujeres con tu coraje. Un abrazo
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