lunes, 14 de octubre de 2013

EL GÉNESIS DE LOS APAPOKUVA- GUARANI- Augusto Roa Bastos



 Versión libre y notas de Augusto Roa Bastos
(Fragmentos)


EL PRIMER HOMBRE (ÑANDERU ARANDU)*

La primera mañana,
como una garza hiriendo con sus alas la piedra,
amaneció volando sobre el mundo
desde la noche antigua hasta los hombros
del Gran Padre.

Ñanderusuvú pasó la mano
sobre el plumaje blanco de la claridad,
y cubriéndose el rostro
con la es espuma naciente de la primera mañana,
llamó a su lado al Hombre,
al primer Hombre,
al abuelo.

Ñanderú Mba’é Kua’á
Ñanderú-Arandú,
Oíma Ñanderúvusú-ndie***  

-        Tú eres el primer hombre;
en ti comienza el tiempo,
y así como eres el principio.
también eres el fin.

-        El último hombre
tendrá tu mismo rostro,
tu misma edad,
tu misma boca llena de preguntas…

La voz de Ñaderusuvú
llenó el mundo de grandes suspiros.

Ñanderú-Arandú
-        el hombre que siente el tiempo, el primer Hombre-
sintió bajo sus dedos deslizarse
las vértebras suaves de su edad,
como una tenue fiera
que le lamía los pies
comiéndoselos casi sin sentirlo,
como la cerrazón come las piedras.
Subido en la rama más alta del árbol más alto
buscaba la faz de Ñanderusuvú
con sus ojos opacos,
pero sólo podía ver el gran sol de su gran pecho
de donde el día manaba a borbotones
resplandecientes.

Porque así como Ñaderusuvú
sólo en la obscuridad aparece,
Ñanderú- Arandú, hijo de la claridad,
sólo en el día muestra su presencia.

Ñanderusuvú, con un silbido,
llamó a los animales y a los pájaros,
que pasaron trotando y volando,
buscando su color, su propio grito, sus manchas,
sus guaridas, sus árboles, sus distintas violencias.

Y en la orilla del mundo,
arropado en vapores azules
el Gran Tigre primitivo
de piel de cielo y fuego,
dormitando los miraba pasar…
Ñanderú-Arandú, sin poderlo evita,
volcó su primera pregunta en las manos
del Gran Padre Brillante:

-        ¿Cómo eres, Ñanderusuvú,
cómo es tu rostro?

Ñanderusuvú hizo entonces el agua,
no dijo nada,
    pero los árboles y las montañas y las nubes
empezaron a mirar su tamaño
desde lo alto a lo bajo en el agua.
Cuando Ñanderú-Arandú
se encontró con su imagen
se puso a temblar, y temblando
miró nacer con la noche,
en el lugar de su rostro en el agua,
la luna de ojos verdes y mansos. 


* Ñanderú- Arandú: El Adán guaraní, el Hombe que siente el tiempo.
** Nuestro Padre que todo lo sabe,
Nuestro Padre que siente el tiempo,  



NACIMIENTO DE KUÑA*

Vestida de agua, con su anillo de agua,
con su pecho de arena pero adornada de agua
la tierra en su soporte
de cuatro vientos estelares
comenzando a girar se fue embutiendo
en su pellejo trémulo
de animal verde recién amanecido.

Todo ya estaba hecho pero aún
el Gran Padre Brillante deformaba y formaba
estambres, plumajes, direcciones, semillas,
con manos impregnadas de cigarras
en el zumbido musical de sus gestos profundos.

Alzando más la voz:

- Ahora debemos a la mujer encontrar…
Yayuhú vaerá kuña**,
La dueña de la  fecundidad.

Ñanderú- Arandú
bajando los ojos hasta el barro,
ignorante de su sabiduría pregunta:

-¿Dónde? La mujer no está aquí.
¿Tal vez está dentro de ti,
o bajo algún inmenso pájaro que la empolla
como un huevo de nácar tostado por la noche?

Y el Gran Padre le dice:

- No: la mujer no está aquí,
sumergida en el agua,
transparente como el agua,
como el agua llorando alevemente,
sin que la sientas tú…

-Esperarás que caiga la obscuridad,
destaparás este cacharro
cuya arcilla mojada
puse a secar bajo la luna,
y en el fondo hallarás a la mujer.

-Mirándola en los ojos,
que aún ven correr sus venas de agua
en lo más hondo de su sueño,
la abrazarás, la enredarás ardiendo
en tus caricias, hasta hacer que despierte
por la hendidura de su vientre roto y florido…

Ñanderú- Arandú, por la noche,
destapó la vasija de arcilla.
Color de tierra y agua, medialuna morena,
se le apoyó en el pecho durmiente temblando,
y él yaciendo como ella
la fecundó como un gran río
que entra cantando en una selva gorjeante,
hasta que poco a poco,
ella quedó despierta y solitaria,
y él inmóvil, al lado, con su inútil carbón
de hombre quemado en su llama olorosa.



* Kuñá: la mujer, dueña de la fecundidad
** Debemos encontrar a la mujer.


  


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