28 de diciembre
de 1968
Thoreau era un filósofo que, entre otras
cosas más difíciles de asimilar de golpe, en una lectura de diario, escribió
muchas otras que tal vez puedan ayudarnos a vivir de un modo más inteligente,
más eficaz, más lindo, menos angustiado.
Thoreau, por ejemplo, se desesperaba al ver a
sus vecinos sólo ahorrando y economizando para un futuro lejano. Que se pensara
un poco en el futuro estaba bien. Pero "mejore el momento presente",
exclamaba. Y agregaba: "Estamos vivos ahora". Y comentaba con
disgusto: "Ellos están juntando tesoros que las polillas y la herrumbre
van a roer y los ladrones robar".
El mensaje era claro: no sacrifique el día
de hoy por el mañana. Si usted se siente infeliz ahora, adopte alguna medida
ahora, pues sólo en la secuencia de los ahora es donde usted existe.
Cada uno de nosotros, por otra parte, al
hacer un examen de conciencia, recuerda al menos varios ahoras que se perdieron
y que no volverán más. Hay momento en la vida en que el arrepentimiento de no
haber tenido o no haber sido o no haber resuelto o no haber aceptado, hay
momentos en la vida en que el arrepentimiento es profundo como un dolor
profundo.
Él quería que hiciéramos ahora lo que
queremos hacer. La vida entera Thoreau pregonó y practicó la necesidad de hacer
ahora lo que es más importante para cada uno de nosotros.
Por ejemplo: a los jóvenes que querían ser
escritores pero que contemporizaban - o esperando inspiración o diciéndose que
no tenían tiempo a causa de estudios o trabajo - les ordenaba ir ahora a su
cuarto y empezar a escribir.
Se impacientaba también con los que emplean
tanto tiempo estudiando la vida que nuca llegan a vivir. "Sólo cuando
olvidamos todos nuestros conocimientos empezamos a saber."
Y decía esto tan fuerte que nos llena de
valor: "¿Por qué no dejamos penetrar el torrente, abrimos los portones y
ponemos en movimiento todo nuestro engranaje?". Sólo con pensar en seguir
su consejo, siento que una corriente de vitalidad me recorre la sangre. Ahora,
mis amigos, es en este mismo instante.
Thoreau creía que el miedo era la causa de la
ruina de nuestros momentos presentes. Y también las temibles opiniones que
tenemos de nosotros mismos. Decía: "La opinión pública es una tirana débil
si la comparamos con la opinión que tenemos de nosotros mismos". Es claro
que las personas llenas de una seguridad aparente se juzgan tan mal que en el
fondo están alarmadas. Y eso, en la opinión de Thoreau, es grave, "lo que
un hombre piensa de sí mismo determina, o mejor revela, su destino"
Y, por inesperado que eso sea, decía: ten
pena de ti mismo. Eso cuando se llevaba una vida de desesperación pasiva.
Entonces aconsejaba un poco menos de dureza consigo mismo. "Creo",
escribió, "que podemos confiar en nosotros mismos mucho más de lo que
confiamos. La naturaleza se adapta tan bien a nuestra debilidad cuanto a
nuestra fuerza." Y repetía mil veces a los que complicaban inútilmente las
cosas - ¿y quién de nosotros no lo hace? -, como iba diciendo, él casi gritaba
a quien complicaba las cosas: "¡simplifique!, ¡simplifique!".
Y hace unos días, al abrir un diario y leer un
artículo firmado por un hombre cuyo nombre lamentablemente olvidé, me encontré
con citas de Bernanos que en verdad complementan a Thoreau, aunque aquél jamás
lo haya leído.
En determinado punto del artículo (sólo
recorté ese fragmento) el autor dice que la marca de Bernanos estaba en la
vehemencia con que nunca dejó de denunciar la impostura del "mundo
libre". Además buscaba la salvación por el riesgo - sin el cual la vida no
valía la pena - "y no por el encogimiento senil, que no es sólo de los
viejos, sino de todos los que no defienden sus posiciones, incluso ideológicas,
incluso religiosas" (la bastardilla es mía)
Para Bernanos, decía el artículo, el mayor
pecado sobre la tierra era la avaricia, bajo todas sus formas. "La
avaricia y el tedio dañan al mundo." "Dos ramas, en fin, del
egoísmo", agrega el autor del artículo.
Repetir por pura alegría de vivir: ¡la
salvación es por el riesgo, sin el cual la vida no vale al pena!
Feliz Año Nuevo
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