La
rosa gira en el jardín del aire
La
niña contempla su estar resplandeciente
sus
manos ofrecidas a llevarla
a
galerías húmedas de trinos
a
verdores donde la sombra vislumbra ese fervor tan nuevo
ese
trote pausado del sol entre las hierbas
La
rosa sabe las consejas del tiempo
pero
la niña camina como un agua recién amanecida
como
un rocío tierno que desconoce
la
llaga de la ausencia
En
su bolsillo guarda la llave que le abrirá las puertas imposibles
Sus
manos acarician un plumón de relámpago
Allá
Más
adelante
El
viento aguarda con sus sandalias de ceniza
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