Ahora descorro las celosías del tiempo
desvisto las palabras mientras digo tu nombre.
La tierra anuda apresurados sucesos
pero fuiste antes de que la luz te amara
antes aun de que la mirada pudiera posarse sobre
tus aposentos de blancura.
Tu perfume se extendía por aquellos solitarios confines
a los que ni siquiera se atrevía a nombrar el paraíso
La eternidad era tu confidente.
Pero tan sólo te empujaba lo invisible
para que vinieras a alumbrar mi mano
Hoy vuelvo a aprender el día con tus pétalos
a sentir que me abres
tu secreto
para que allí resguarde mi intemperie.
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