Paulina Movsichoff, además de talento tiene oficio, ambas virtudes son notorias si nos introducimos en la lectura de su novela Sombra de mi bien esquivo, que también nos descubre una abultada experiencia literaria como investigadora, poeta, cuentista y novelista.
El título de su novela nos remite al poema de Sor Juana Inés de la Cruz. Como sabemos, esta notable escritora mejicana no fue simplemente una religiosa que vivió en el Siglo XVII (Siglo de Oro español) y que se destacó por su maravillosa erudición y sabiduría sino por ser, acaso, la primera feminista, que se enfrentó a la sociedad obtusa de su época y a la cerrazón clerical.
Recordemos el soneto (barroco) de Sor Juana Inés de la Cruz, que recuerda el nombre de la novela.
Deténte, sombra de mi bien esquivo
Imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.
Si al imán de tus gracias, atractivo,
Sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero
si has de burlarme luego fugitivo?
Mas blasonar no puedo, satisfecha,
de que triunfa de mí tu tiranía:
que aunque dejas burlado el lazo estrecho
que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.
Tenemos aquí, sin duda, la temática que inspiró a la novelista y que podríamos completar con la famosa primera estrofa de la redondilla de la autora mejicana:
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.
Reitero, estas temáticas (avanzadas y profanas para una monja) son las que junto con otros ítems sirven de eje a la novela de Paulina.
En Sombra de mi bien esquivo detrás de la visión de una mujer con sus pasiones, sus amores, sus esperanzas y sus temores está flotando el tema desencadenante de miedos y desorientación que entraña el insoportable dolor del exilio. Podríamos preguntarnos si Ludmila, la protagonista y a la vez narradora, estaría tan perdida en la maraña de sus sentimientos encontrados si no hubiese tenido que abandonar su país, su lugar de pertenencia, bajo el riesgo de perder la vida. Recordemos que para los antiguos griegos el mayor castigo era el exilio. Ludmila estaba exiliada en México pero deambuló por distintos países y, por momentos los recuerdos de su infancia y su adolescencia en su patria la volvían a una época placentera, sin compromisos, obligaciones, dudas y desazón y también con descontento pero por temas que no implicaban riesgo de vida.
Con verdadera sagacidad y talento Paulina nos introduce en el primer capítulo narrado por una mujer casada y con una hija que esta enamorada de otro hombre y viaja a España donde fantasea con la cercanía y la pasión de él, con una técnica literaria donde se trata de un animal que se muerde la cola, en la mitología griega era una serpiente alada mordiéndose la cola en actitud de devorarse a sí misma. Del griego: Ouro/boros. Ouro= cola, Boros= alimento (devorar) o sea, es una técnica donde el principio y el final se unen, llamada también del eterno retorno. El caso más clásico es en Cien años de soledad. Además, no se trata de sólo de esa temática de la mujer casada insatisfecha, nos esperan otras sorpresas. Sólo después nos enteraremos de que habla desde su propio exilio en un país latinoamericano porque la novela es mucho más, se está contando también el desgarro de saber las torturas y desapariciones que padecen sus compatriotas argentinos, presos o desparecidos por la última dictadura militar.
En la novela de Paulina escrita en primera persona, básicamente asistimos, muy de cerca, de los padecimientos, alegrías y esperanzas de una mujer, Ludmila, quien también nos habla de su niñez y de su adolescencia que se desarrolla en una provincia argentina donde deberá gozar y sufrir y tolerar el enfrentamiento en su familia prejuiciosa, dentro de una sociedad cerrada y machista. Ella, trabajosamente, buscará la independencia a través de su pasión: la literatura. Y, finalmente también dará rienda suelta a sus normales deseos sexuales juveniles.
Luego la Facultad en la gran ciudad, Buenos Aires, terminarán de templar su carácter rebelde a los convencionalismos. Más tarde llegará el amor con un famoso escritor, Néstor, su casamiento y una hija, Camila.
Después los desgarrantes acontecimientos de la patria, de la dictadura argentina de la que tiene que huir y las noticias de los amigos desaparecidos ponen una cuota de amargura y de silencioso padecimiento ante la soledad del exilio y las noticias de los compañeros asesinados.
Y siempre esa marca del machismo reinante, también en los países en que les toca vivir, y su propio temor postergarán su ansia de convertirse en una escritora, pero al fin su vocación y su talento se impondrán ayudados por su psicoanalista Antonio, a quien seguirá hasta Europa.
Antonio, seguirá siendo una obsesión para la misma protagonista que volcará en él la pasión que no pudo concretar en otros hombres. ¿Lo ama? No lo sabemos. ¿Llegará a concretar ese verdadero o irreal amor? La respuesta queda abierta para el lector.
La respuesta acaso esté en el título de la novela, en el poema de Sor Juana o en la opinión de cada lector.
El título de su novela nos remite al poema de Sor Juana Inés de la Cruz. Como sabemos, esta notable escritora mejicana no fue simplemente una religiosa que vivió en el Siglo XVII (Siglo de Oro español) y que se destacó por su maravillosa erudición y sabiduría sino por ser, acaso, la primera feminista, que se enfrentó a la sociedad obtusa de su época y a la cerrazón clerical.
Recordemos el soneto (barroco) de Sor Juana Inés de la Cruz, que recuerda el nombre de la novela.
Deténte, sombra de mi bien esquivo
Imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.
Si al imán de tus gracias, atractivo,
Sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero
si has de burlarme luego fugitivo?
Mas blasonar no puedo, satisfecha,
de que triunfa de mí tu tiranía:
que aunque dejas burlado el lazo estrecho
que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.
Tenemos aquí, sin duda, la temática que inspiró a la novelista y que podríamos completar con la famosa primera estrofa de la redondilla de la autora mejicana:
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.
Reitero, estas temáticas (avanzadas y profanas para una monja) son las que junto con otros ítems sirven de eje a la novela de Paulina.
En Sombra de mi bien esquivo detrás de la visión de una mujer con sus pasiones, sus amores, sus esperanzas y sus temores está flotando el tema desencadenante de miedos y desorientación que entraña el insoportable dolor del exilio. Podríamos preguntarnos si Ludmila, la protagonista y a la vez narradora, estaría tan perdida en la maraña de sus sentimientos encontrados si no hubiese tenido que abandonar su país, su lugar de pertenencia, bajo el riesgo de perder la vida. Recordemos que para los antiguos griegos el mayor castigo era el exilio. Ludmila estaba exiliada en México pero deambuló por distintos países y, por momentos los recuerdos de su infancia y su adolescencia en su patria la volvían a una época placentera, sin compromisos, obligaciones, dudas y desazón y también con descontento pero por temas que no implicaban riesgo de vida.
Con verdadera sagacidad y talento Paulina nos introduce en el primer capítulo narrado por una mujer casada y con una hija que esta enamorada de otro hombre y viaja a España donde fantasea con la cercanía y la pasión de él, con una técnica literaria donde se trata de un animal que se muerde la cola, en la mitología griega era una serpiente alada mordiéndose la cola en actitud de devorarse a sí misma. Del griego: Ouro/boros. Ouro= cola, Boros= alimento (devorar) o sea, es una técnica donde el principio y el final se unen, llamada también del eterno retorno. El caso más clásico es en Cien años de soledad. Además, no se trata de sólo de esa temática de la mujer casada insatisfecha, nos esperan otras sorpresas. Sólo después nos enteraremos de que habla desde su propio exilio en un país latinoamericano porque la novela es mucho más, se está contando también el desgarro de saber las torturas y desapariciones que padecen sus compatriotas argentinos, presos o desparecidos por la última dictadura militar.
En la novela de Paulina escrita en primera persona, básicamente asistimos, muy de cerca, de los padecimientos, alegrías y esperanzas de una mujer, Ludmila, quien también nos habla de su niñez y de su adolescencia que se desarrolla en una provincia argentina donde deberá gozar y sufrir y tolerar el enfrentamiento en su familia prejuiciosa, dentro de una sociedad cerrada y machista. Ella, trabajosamente, buscará la independencia a través de su pasión: la literatura. Y, finalmente también dará rienda suelta a sus normales deseos sexuales juveniles.
Luego la Facultad en la gran ciudad, Buenos Aires, terminarán de templar su carácter rebelde a los convencionalismos. Más tarde llegará el amor con un famoso escritor, Néstor, su casamiento y una hija, Camila.
Después los desgarrantes acontecimientos de la patria, de la dictadura argentina de la que tiene que huir y las noticias de los amigos desaparecidos ponen una cuota de amargura y de silencioso padecimiento ante la soledad del exilio y las noticias de los compañeros asesinados.
Y siempre esa marca del machismo reinante, también en los países en que les toca vivir, y su propio temor postergarán su ansia de convertirse en una escritora, pero al fin su vocación y su talento se impondrán ayudados por su psicoanalista Antonio, a quien seguirá hasta Europa.
Antonio, seguirá siendo una obsesión para la misma protagonista que volcará en él la pasión que no pudo concretar en otros hombres. ¿Lo ama? No lo sabemos. ¿Llegará a concretar ese verdadero o irreal amor? La respuesta queda abierta para el lector.
La respuesta acaso esté en el título de la novela, en el poema de Sor Juana o en la opinión de cada lector.
No hay comentarios:
Publicar un comentario