lunes, 6 de julio de 2009

Cantata de mamá Aimé- Paulina Movsichoff




Tallito de glicina, vellón de oropéndola, ojitos de traricú. Abro la boca y la sombra se me mete y me falta luz para llegar al sitio donde la risa suena mansa, allí donde el tiempo continúa tejiendo las historias. El hilo de las anchaquiras ha sido cortado. Corazón de rocío, agujita de pehuén, pasos de luna en el jagüel de mis sueños. Venado acribillado por lanzas de despedida, volido de diuka ensangrentada. Nememapún hallará la huella de tus pasos, te dará una frescura en lo más ardiente del verano, te llevará mi quegüipé para que te adornes en el invierno. Con los colores de mis tintes bordo tu nombre, Millaray, huahua de arrayán, galopito de viento, plumita de avestruz, paloma madrugadora. Canoa que partió de mi sangre dejándome para siempre con la mirada como chihuai.
Que tus horas sean leves como la sombra en los arenales, que el furufü hue lleve el amor a tu toldo cuando te conviertas en una ulcha domo, que te dé musgo para cobijar tu risa, que tus pasos no tropiecen con la piedra de la soledad.
Como el humo de las hogueras te fuiste, como huanguén cuando las nubes la ocultan. Pero yo sigo pariéndote en mitad de mis lunas, sigo alimentándote con mi leche, sigues colgada de mis pechos, igual que tus hermanos.
Talón de la lluvia, cuenco para guardar los soles más antiguos, dulzura de kolleñ. Millaray, gajito de collimamill, almohada donde pongo a anochecer mi corazón.


La orilla del mundo- Ediciones del valle

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