Uvas sedientas me quitan el resuello, se aproximan para contarme de inútiles mañanas. Pero allí están los pies de la intemperie. El desprecio que se viste con los ropajes de la autoridad. Baúles encendidos por los cuatro rumbos extienden sus brazos para atraerme hacia sí. Sin embargo la misión está cumplida y salgo como una patena al mediodía empapado de sangre. Cada sangre llega al lugar de su reposo, dicen los más antiguos, pero la tuya aún se envuelve en los lienzos del delirio.Tlalzéotl canta, se despoja de su piel abrasada y me la regala. Con ella confeccionaré una carpa donde puedan alojarse los intentos. Los artífices han partido. Pero ya vendrán los cantores, los mismos que traen espejos relucientes y lágrimas pulidas para atraer la sabiduría. Si desdeñas la piedra llegarás a la fiesta de los mercaderes y perderás tu sitio junto a la cuchara de fuego. Tlalzéot, escucha a tu penitente hija. Ella sólo tuvo cabelleras delicadas y mordiscos suaves. Ella apreende a seguir los consejos de su desnudez.
Todo aire es danzable- Torres Agüero Editor
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