I
Tomaste entre tus manos el silencio
y lo plegaste
para guardarlo en
los estantes del corazón
Te azoraba aquella
manera tan nueva
de empollar lo
invisible
hasta romper la
cáscara del tiempo
Ese virar hacia lo
oscuro
Como si ya nada del
verano
pudiera retenerte
II
Hacías bijouterie
para dejar tu nombre
en la confidencia de
los engarces
Pero siempre se te
soltaba
y luego corrías por
la noche tratando de atraparlo
en los aleteos de la
esperanza
III
Te dieron de comer
la muerte
Secaron tus lágrimas
voltio a voltio
Mientras tanto
hacías las paces con
tu nacimiento
IV
A tu hija le dejaste
una ramita de
lavanda
y esa costumbre de
llevarte la mano a la frente
para arreglarte el
pelo
Una lectura
inacabada
La suavidad de su
blusa
que tus manos
acababan de planchar
V
No era fácil
Sin embargo
mientras te hundías
te llegaba el olor
de aquel jazmín
VI
En el invierno
tu risa arde como
una brasa
que no terminan de
apagar
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