Paulina Movsichoff no habla sólo de la pareja como la unión más perfecta en la alquimia del amor entre hombre y mujer (Te envuelvo en mi cintura/ como una ola que se niega a decretar naufragios/ […] Amasas la harina de mis besos/ y con sus panes te pones a nutrir el infinito),sino que también rinde emocionado homenaje a poetas que la conmovieron como Emily Dickinson (La soledad y la poesía/ eran dos llamas/ alumbrando esos extensos territorios/ que lamentabas no haber visto), u Olga Orozco (Antes de partir plegaste la paciencia/ y te adentraste en esas zonas/ en donde Dios te había dejado impresa sus señales) o Sylvia Plath (Te veo pasar con tu cabellera de delirios/ con tu equipaje de furias y naufragios/ en donde chilla el ave de la muerte) tres voces femeninas, entre otras que guarda este poemario, junto a otros temas no menos válidos, construidos con la intensidad de la palabra de nuestra poeta, que tanto sabe filigranar un verso como dotarlo de agudas aristas, y en ambos casos, siempre con el aletear rítmico de su estro personal. En la página 64 nos sale al cruce un poema cuyo título es el que también da nombre al libro, y que se me ocurre su ars poetica, aunque ella no lo haya pensado como tal: Entre la nada y el comienzo/ soy una piedra pulida por las horas./ soy llama pero también ceniza./ Soy el silencio pero también el grito.// La poesía atraviesa mis días/ como una flecha lanzada/ desde las espesura de la sed. (R.D.)
Comentario de Rubén Derlis de mi libro "El Tapiz de las horas" (ayeshaliteratura Ediciones, Bs. As., 2015) aparecido en el Periódico "Desde Boedo" Nro.155- Junio 2015. Bs,AS.
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