El amor era el bosque más frondoso
y en sus lianas estallaban los cuerpos
como en aquella despedida que nunca terminaron de inventar
Por allí se colaban los insomnios
saciados de extraviarse en los desiertos
el deseo extendía en la espesura su cabellera de imposibles
Pero quién era esa muchacha que llegaba
de la entraña de loto de un relámpago
la que estiraba el canto por las tardes
para que abarcara la brevedad de un nombre
la que aprisionaba en su sangre aquel coro de orquídeas desbocadas
y sabía encender sus brillos en la penumbra más recóndita
La que volvía del revés los anhelos para encontrar el dibujo de la urgencia
y se atareaba en los minutos postergando para más tarde el desconcierto
La que no se acurrucaba junto a la pregunta
Sino que salía a cabalgar con a ella por las planicies de la paciencia
o bien la pastoreaba como a una dócil furia
en praderas donde la luz adquiriría la exacta consistencia de su lucidez
Quién
Pero quién era
Esa muchacha agua
Esa muchacha fuego
Esa muchacha viento
La que llevaba en su herida la errabundia de todas las pisadas
Sabrás decir quién era
Por entonces
el amor era el bosque más frondoso
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