Si
volviéramos los ojos a la cultura griega, a pesar del tiempo y del espacio que
de ella nos separa, veríamos no sólo la fuente de nuestra cultura sino también
el reflejo de cuanto nos preocupa a nosotros, mujeres y hombres de del siglo
XX. El hombre de hoy busca su esencia, se plantea problemas de identidad y de
conducta, se debate a veces sin rumbo, otras fabricando sus propias normas, en
un mundo irracional e incomprensible. Leyendo a los griegos no podemos menos
que admirarnos al ver cómo ellos plantearon los mismos interrogantes, cómo
sintieron y pudieron representar de una manera admirable sus sentimientos, en esa forma
de expresión llamada “tragedia”.
María Rosa
Lida, investigadora de fama internacional, nos acerca ahora a Sófocles, un
trágico por excelencia.
Por la
amenidad y sencillez con que expone, esta obra no sólo es una ayuda para el
especialista, sino también un puente para que el profano penetre y se
entusiasme en este ámbito en el que el hombre de hoy pueda encontrarse y reconocerse.
Y éste es el rasgo que señala a los clásicos: su arte es arte universal. Para
decirlo con las propias palabras de la autora: “Por eso, en la economía del
arte clásico se descubren sentidos tan densos, y lo que se dice acerca de tal o
cual héroe… despierta eco perenne y se cumple tan hondamente en cada
individuo.”
A medida que
recorremos la obra nos encontramos con los rasgos característicos del poeta: su
humanismo, su realismo riguroso, su desconcierto ante los inevitables designios
de los dioses.
En sucesivos
capítulos analiza tres de sus tragedias más representativas: Antígona, en donde las fuerzas del
Estado se enfrentan con la libertad del individuo. Filoctetes con el tema de la enfermedad, que degrada al hombre y el
de la necesidad de conocerse a sí mismo encarnada en Neptólemo. Edipo rey en donde el hombre sucumbe
bajo un fatalismo inexplicable, pero es grande en su miseria y magnánimo en la
adversidad. Nos muestra asimismo la ceguera de nuestros actos y de nuestro
verdadero ser, simbolizada en la vista y la ceguera de Edipo. Sófocles nos hace
ver, pues, la realidad tal como se presenta: ciega, oscura, incomprensible, sin
pretender explicarse o explicarnos. De allí el valor moderno de las tragedias.
En este exhaustivo análisis de María Rosa Lida, entra también la forma, que no
puede desgajarse del contenido sino que con él crea una unidad de fuerza y
significado. Nos recreamos con fragmentos en los que nos da su propia
traducción, fiel a la poesía de su lengua original.
La Introducción al teatro de Sófocles es
una obra que penetra profundamente en el alma de un poeta, sin duda porque su
autora lo conoció y amó y por sobre todo porque demuestra estar animada del
mismo humanismo, de la misma emoción por los asuntos de los hombres.
Comentario realizado para "Biblioteca de Radio Nacional" en agosto de 1971
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