miércoles, 24 de junio de 2009

Carta a Rosario Castellanos




En el umbral acecha el ángel
para que medites
y descubras
ese otro modo
más humano y más digno
para que monologues con Dido
sin echarte a la hoguera
Porque tú Chayito
moriste de otras hogueras
o tal vez de la misma
Porque vos
supiste partir la breva de las horas
mientras te entregabas a la labor
aun cuando te preguntaras con asombro
por qué no soy feliz
Hoy repito tu nombre
para que la mañana sobrevenga
y puedas contenerla en esa jícara
que tenía la marca de tu sombra
Vos también te paraste ante Dios
con tu grito de animal acosado
con tu llanto de mujer que ha llegado de lejos
y olvidó las antiguas consignas
Te invitaría esta noche
a que me platiques
de tu San Juan Chamula
donde el gallo dispersa las tinieblas con su canto
y una mujer descalza deja en el agua
su huella de despojo
Cuéntame a qué sabe
haber derrotado tus demonios
y caminar
como yo lo hago ahora
tanteando
pegada a la pared
Rosario
es de mañana
y pienso en ti y contigo
"sufro más bien por hábito, por herencia"
Rosario
la oscuridad se acerca
y el ángel se ha dormido
pero tu rostro tiembla
brilla ante mí y me dice
atraviesa el umbral



Todo aire es danzable- Torres Agüero Editor

martes, 23 de junio de 2009

Bolita- Paulina Movsichoff





En Callao y Juncal
Damiana vende bombachas y corpiños
A su lado pasan
señoras atildadas
un anciano encorvado con su perro
una muchacha cuyo talle se parece a los juncos
que allá en su valle solían cabecear en la frescura
Pero ella no ve nada de eso porque de pronto
un huayno se le derrama en la nostalgia
Aquel que el Rosendo le cantara en Tarabuco
Anchuricuy asurikuy
Ninan kami rupaykiman
(Aléjate, aléjate mucho
en las montañas del olvido
Yo soy fuego y puedo quemarte)
Entonces en el carbón resignado de sus ojos
asoma la altivez de un cernícalo escalando el silencio
y al desplegar las prendas
sus manos parecen desentrañar
secretos de suavísimas retamas
En Callao y Juncal
los autos pasan veloces
Pero Damiana no los mira
porque ahora su madre
le sujeta en las trenzas un conjuro
para que no se extravíe en los caminos del amor
mientras su padre balbucea en aymara
palabras que brillan igual que los guijarros
que ella extrae del río en el cuenco menudo de sus horas
En Callao y Juncal
un niño pasa desamparo al hombro
y Damiana lo ve

Confesiones del relámpago Inédito

domingo, 21 de junio de 2009

Sobrevivencia de la rosa- Paulina Movsichoff





La muerte transita con sus dientes de loba
y arrasa las coloraciones de la ternura
Pero la rosa sobrevive
Contémplala en su callado terciopelo
en ese sueño que nos dona
Para que la luz nos mantenga adheridos a sus playas
Desde tu balcón la luna contempla el familiar paisaje
Abre sus manos como queriendo acariciarlo
Afuera la muerte baila sus lóbregas consejas
Pero la rosa sobrevive
como una brisa apenas visitada por la gracia
Aunque lo olvidemos en el estrépito de tanto avatar deshilvanado
Ella conoce los frágiles parajes de tu corazón
En él espera que regreses de muchos fatigosos peregrinajes

Coral en la tiniebla- Ediciones del valle

Mar- Paulina Movsichoff





Es todavía el mar
Su dádiva incesante
Instalado en tu noche como el fuego de la primera pregunta
como las pisadas del canto en las arenas de todas tus batallas
Sólo podrás contemplarlo si descubres tu rostro
Si enredas tus velámenes al talismán de los solitarios
Si te atreves a cruzar a la otra orilla
Ésa donde vigila la irrevocable Gorgona de las despedidas
Pero aún es el mar
Él trabaja para alejarte de la crisálida donde desfallece la costumbre
de las veleidades que maquinan los confines de la sordidez
El mar está en ti misma
Sólo podrás saberlo cuando tus manos toquen
su abecedario de leves filigranas
Cuando dejes de ser la fugitiva de tu sombra

Coral en la tiniebla- Ediciones del valle

Gloria Yanquetruz- Paulina Movsichoff







Princesa de los pies descalzos
y reino de cenizas
Atraviesas tu medanal de olvidos
para alcanzar la puerta de mi infancia
los corales hundidos de la siesta
la palmera salvaje que cobijé en mi pecho
Princesa mendigadora de harapos
siéntate conmigo a la sombra del poema
y háblame de los cardales florecidos
de las largas y sangrantes arenas
en donde enterraste tu corona de viento
En tus ojos brillaba
la mirada acechante de tu padre
sobre el leve vibrar de las jarillas
y también el despreciado duelo
de todas tus hermanas
Exiliada del tiempo
Sacerdotisa en los humeantes tembladerales de la ausencia
Yo te presto mi pluma
que apenas entreabre las palabras
mi rebeldía atada a mansedumbres
mis inviernos de encendidos ayeres
Tal vez con ellos puedas dibujar
el deseo
Todo aire es danzable- Torres Agüero Editor


Todo comenzó en aquellas bochornosas e interminables tardes provincianas. Por aquella época una mujer de piel cobriza y larga trenza recogida en la nuca llamaba a nuestra casa para pedir ropa usada. Hondas arrugas surcaban su cara, pero los ojos eran increíblemente jóvenes y vivaces. "Saluden a Gloria Yanquetruz", decía mi madre. Alguna vez nos explicaría que era la hija de un Cacique, una princesa. La invitaba a pasar y a sentarse bajo la sombra acogedora del parral.Un verano (no sé por qué este recuerdo va siempre asociado al del verano), la mujer dejó de ir. Desconozco si algo le sucedió o si su ausencia se debió a que yo crecí, y ciertos encuentros se dan cuando el asombro no ha tenido tiempo aún de opacarse. Comencé a alejarme entonces, a conocer los laberintos del tiempo y la nostalgia. Comencé a presentir oscuramente que la única forma de regresar era reteniendo esas imágenes que se me resistían cuando más trataba de apresarlas. Entre éstas perduraba, quieta y alucinante, la de aquella princesa que pedía limosna.La distancia fue creciendo y, con ella, la certeza de que el recuerdo era la única forma de saber, de saberse. Por eso esta novela, fruto de la dislocación y el desarraigo, en donde los fantasmas luchan por dejar de serlo y "hay un olor mohosamente nostálgico, como de cenizas antiguas", para decirlo con palabras de Faulkner. Novela que pretende rescatar un tiempo épico, pero también sus puertas cerradas y sus murmullos. Donde la memoria es un viento que nos lleva más allá de nuestra pequeña existencia individual, para confluir en el inmenso mar de las vidas que constituyen el pasado.Palabras escritas por mí en la contratapa de "Fuegos encontrados", novela inspirada en Gloria Yanquetruz y que obtuvo en México el "Premio Juan Rulfo para Primera Novela" en 1981 y en Argentina el "Premio "Círculo de Lectores", en 1985, con un jurado integrado por Marta Lynch, Isidoro Blastein, Pedro Orgambide, Eduardo Gudiño Kiefer y Oscar Hermes Villordo.

sábado, 20 de junio de 2009

Afuera es noche y llueve tanto- Paulina Movsichoff




Es tan sólo la lluvia
extendiendo su alfombra empecinada
sus ojos de lechuza acechando la soledad en punto
su perfil de guardiana para velar que nadie se acerque a tu intemperie
Basta que trates de contornear una alegría
o que entrecierres las ventanas que se abren a tu pena
o que intentes desplegar esa planicie donde ensayas tus vuelos
para que ella acuda con sus dedos de nodriza vengadora
a descolgar todas las lámparas
para que se presente con su escuadrón de náufragos
a maniatar el arrebato perplejo de tus pasos
Es tan sólo la lluvia
precipitándose por todo lo que amaste
anegando los días en que creció la dicha
trizando aquel espejo que guardabas debajo de tu sueño
para que el azogue de la ausencia no pudiera empañarlo
Es tan sólo la lluvia
borroneando implacable las palabras que escribes

Coral en la tiniebla- Ediciones del valle

La llovizna- Amelia Biagioni

Yo, con la vaga frente en la balada
y el talón en el musgo de los siglos,
yo, que inventé el otoño lentamente
y gris y lentamente soy su vino,
yo, que ya agonizaba cuando el hombre
me amó para nombrame "la llovizna",
yo, que cruzando su durar lo nublo
de eternidad y de melancolía,
yo, que debo medir la soledad
entera, y desandar todo el recuerdo
y más, gris y lentamente el dìa
señalado asperjar el fin del tiempo,
yo, a veces, mientras limo tristes mármoles
y herrumbro amantes, pienso que en la tierra
no existo, que tan sólo voy cayendo,
así, de la nostalgia de un poema.


Amelia Biagioni- Antología poética- Fondo Nacional de las Artes-