viernes, 2 de noviembre de 2018

Canción de cuna

CANCIÓN DE CUNA
                                  A la mamá


Cuando pasó por su casa ya vacía y a punto de ser demolida, empujó la puerta semi abierta y entró. Vio el primer patio, los muros descascarados, la fuente de lajas con el león despintado. Se sentó en el borde y comenzó a cantar la canción de cuna con que su madre  le combatía los insomnios en la niñez. Era una musiquita simple en la que enumeraba los sucesos de la familia, ese río perdido de nacimientos y muertes, de amores y despedidas. Mientras la entonaba las enredaderas crecían sobre los muros desnudos, el jazmín del cabo se desperezó en la maceta y no tardó en envolver con su perfume aquella tarde de verano. Caminó al segundo patio y asistió al crecimiento del parral y los racimos invadiéndolo como esperando su boca anhelante. Se columpió en la hamaca que su padre le hiciera colgar bajo la higuera nuevamente henchida de higos. Cuando terminó de cantar empezaba a anochecer. Pensó en tomar un taxi pero en la calle sólo vio acercarse un coche de plaza. Entonces supo que resultaría muy lento para devolverla a sus setenta y seis años.  




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