sábado, 18 de mayo de 2013

LOS DÍAS DE LA NOCHE de Silvina Ocampo- Paulina Movsichoff




 

LOS DÍAS DE LA NOCHE  de Silvina Ocampo. Paulina Movsichoff


En esta serie de cuentos de Silvina Ocampo asistimos a una inversión de los mecanismos de la realidad. Es sobre todo en los primeros en donde el clima de de lo racional se distorsiona o más bien se ensancha para permitir una profunda inmersión en el mundo total en que los esquemas de la razón ya no son rígidos sino elásticos. En donde nos sentimos imbuidos en lo maravilloso, en lo inasible. En aquello inaccesible a nuestros esquemas comunes, a nuestros ojos acostumbrados a  mirar las cosas y los sucesos sin descubrir del todo lo que ellos tiene de imprevisto, de vital, de secreto.
  Los cuentos tienen todos un peculiar carácter de aventura: la autora se siente cómoda en este viaje a lo desconocido, en este buceo por los juegos del azar y de la casualidad. Casualidad que como ya dijimos no es más que el ensanchamiento de nuestros esquemas racionales en una búsqueda de un más allá que casi siempre se queda sin respuesta, aunque ésta no se espera. Lo mágico, el azar y la casualidad son motivos permanentes en sus cuentos en los que tampoco falta el humor. Ese humor que podría calificarse de “negro” por las características de crudeza y a veces de crueldad. En el cuento “Malva”, por ejemplo, la protagonista, llevada por su alto grado de impaciencia va devorando partes de su cuerpo hasta quedar reducida a la nada o en “Anamnesis”, en el que en un examen de fondo de ojos el médico trata de extraer  de su paciente “el diminuto cairel de una araña y un dije de plata minúsculo con una figura grabada. Lo insólito aparece también en “Amada en el amado”, en el que los enamorados, a causa de la profunda afinidad del amor, logran compenetrarse de tal modo hasta el punto en que la amada va recogiendo los objetos con los que sueña su enamorado.
  En todos estos cuentos está presente, pues, el “absurdo”.  Nos enfrentamos con lo anti convencional, con lo que está fuera de las normas, con  una anti atmósfera que sacude al lector conmoviendo todos sus cimientos. La adivinación, la transmigración de las almas, la parapsicología, son temas que se abordan en un torrente tumultuoso de imaginación en el que el sueño tiene nada o muy poco que ver: todo es real, inesperado, excepcional si se quiere, pero realidad en su dimensión amplia e integral. Es la búsqueda del ser en sus propios  abismos, en los sortilegios que lo envuelven y lo abruman. Es la certeza de presencias oscuras y terribles, que nos aprisionan en sus murallas de nieblas, en el país virgen del silencio. Esto se pone de manifiesto por sobre todo en el primer cuento: “Hombres, animales y enredaderas”.
  Como todos los cuentistas de todas las épocas, la autora se detiene también en los seres pequeños. Están ahí, con toda su frescura, los nueve perros que han formado parte de su vida.
  “Los días de la noche”. Noche que se transmutaría en día si supiésemos ver más allá de lo cotidiano, si no temiésemos ni cerrásemos los ojos a la destrucción de lo concreto, a la metamorfosis de lo real, a conjuro de la excepción.    

  Comentario realizado en noviembre de 1970 para el programa BIBLIOTECA DE RADIO NACIONAL.

EL ARCA DE LA MEMORIA de Paulina Movsichoff- Susana Chas






La autora tiene un retrato de Rosario en su escritorio que le inspira la evocación de la escritora y se dirige a ella y le dice entre otras cosas: “Te has asomado al espejo y no viste a nadie. Y esa sensación de inexsistencia se convirtió en palabras.” María Lyda Canoso en la presentación de esta novela, señala que es la novela de “una escritora que habla en su novela de otra escritora […] Porque Paulina es Rosario, entra en su sistema de escritura y en su manera de percibir al mundo”, que para Rosario “se llama cultura, sus habitantes son todos del sexo masculino”. Paulina, ciertamente, se identifica con la biografiada y sufre con ella, mientras escribe sobre la escritura de Rosario. La mexicana, que necesitaba escribir un ensayo sobre la mujer, se dirige a la Biblioteca porque necesita investigar. Se acuerda de un dicho de su madre: “Mujer que sabe latín, no encuentra marido ni tiene buen fin”, las imágenes de la mujer sacrificada en aras del amor, la  golpean. Escribe uno de los poemas más hermosos y fuertes de la poesía feminista: “Meditación en el umbral”: No, no es la solución / tirarse bajo un tren como la Ana de Tolstoi / ni apurar el arsénico de Madame Bovary / ni aguardar en los páramos de Ávila la visita / del ángel con venablo / antes de liarse el manto a la cabeza / y comenzar a actuar. / Ni concluir las leyes geométricas, contando / las vigas de la celda de castigo / como lo hizo Sor Juana. No es la solución / escribir, mientras llegan las visitas, / en la sala de estar de la familia Austen / ni encerrarse en el ático / de alguna residencia de la Nueva Inglaterra / y soñar, con la Biblia de los Dickinson, / debajo de una almohada de soltera. / Debe haber otro modo que no se llame Safo / ni Mesalina ni María Egipciaca / ni Magdalena ni Clemencia Isaura. / Otro modo de ser humano y libre. / Otro modo de ser.      
Paulina Movsichoff seguirá, fragmentariamente, todos los pasos de Rosario Castellanos. Del Comitán (Chiapas, sur de México) de su infancia donde su padre era un poderoso latifundista hasta que Lázaro Cárdenas le expropia las tierras, volverá a su México natal e ingresará a la Universidad. No olvidará Rosario, la salvaje explotación del indígena de Chiapas y escribirá dos novelas: Balún Canán y Oficio de Tinieblas, en las que denuncia el sometimiento de siglos que éstos sufren. Escribirá  volúmenes de cuentos, ensayos y una obra de teatro. Su obra poética es recogida en Poesía no eres tú, volumen que marca un hito en la poesía mexicana. La tesis con la que se gradúa en la carrera de filosofía la convierte en la precursora del feminismo en México y se titula: Sobre cultura femenina. De ella le hablará a Gabriela Mistral cuando se encuentren en Nápoles y citará sus palabras que inspiraron las suyas: “Las mujeres formamos un hemisferio humano. Toda ley, todo movimiento de libertad o de cultura nos ha dejado largo tiempo en la sombra. Siempre hemos llegado al festín del progreso no como el enemigo reacio que tarda en acudir, sino como el camarada vergonzante al que se invita con atraso.” Paulina que es poeta y ama la poesía también citará el poema de Alfonsina Storni cuando narre las desdichas amorosas de Rosario: “Hombre pequeñito, hombre pequeñito / suelta tu canario que quiere volar…/ Yo soy el canario, hombre pequeñito, / déjame saltar. […].”

 Susana Chas es Licenciada en Letras por la Universidad Nacional de Córdoba. Es docente e investigadora. Publicó ensayos entre los que se destacan Las nuestras. Mujer, escritura y vida entramadas en la novela, Tres escritoras cordobesas frente a al historia: Mercedes Ocón, Crtistina Bajo, Susana Dillon.
Los que pintan la aldea. Panorama general de la novela en Córdoba (1980-20003).  






domingo, 17 de marzo de 2013

"El arca de la memoria" de Paulina Movsichoff- Germán Cáceres



A Rosario Castellanos (Ciudad México, 1925-Tel Aviv, 1974) un periodista le preguntó qué le hubiera gustado ser sino hubiera sido escritora, y ella contestó: “Personaje de una novela”.

Ese anhelo lo concreta Paulina Movsichoff en este estupendo libro, cuyo título es la definición que da de la palabra la consagrada y admirada poeta, narradora, dramaturga y ensayista mexicana -lamentablemente muy poco conocida en la Argentina-, que fue, además, catedrática, promotora cultural y embajadora de su país en Israel. Un importante premio lleva su nombre, que en 2010 se le concedió a Elena Poniatowska.

Uno de los tantos logros de la novela es haber captado esa inmensa pasión por las letras que alimentaba el alma torturada de Castellanos (“Reconoces que es cierto, que nunca dejaste de escribir, desde aquella vez en Chiapas, en que te miraste al espejo y no había nadie”). La novela reproduce poesías de la biografiada, que permiten apreciar su mundo creativo, tan bello y particular. Su desdichada existencia fue desbordada por la insatisfacción –llegó a intentar suicidarse-, que pudo sobrellevar gracias a esa entrega literaria. Porque sufrió en carne propia la violenta agresión que padece la mujer en México, y desde pequeña le fue inculcado un sometimiento absoluto hacia el hombre. De allí su desgraciado y casi enfermizo amor por Ricardo Guerra, quien no se cansó de humillarla. Además, como toda mexicana de su generación, idealizaba excesivamente la relación de pareja.

La historia que propone Movsichoff no es lineal, sino que a manera de fogonazos – y utilizando la primera, la segunda y la tercera personas- va contando, sin seguir un orden cronológico, vida y obra de esta excepcional escritora. Su prosa, serena y fluida, transmite con exquisitas imágenes y un inspirado pulso poético la introspección que imagina en Rosario Castellanos: “Tal vez te preguntaras cuál fue el Suceso, ese que te arrojaría en el mar proceloso de la soledad”.

Más allá de desplegar sus magníficas dotes narrativas, la autora demuestra haber realizado una ardua investigación sobre la trayectoria de la poeta, y señala que fue defensora de los derechos de los indígenas (trabajó en el Instituto Nacional Indigenista) y de la mujer (“no es el indio el último eslabón de la sociedad, sino la india”). En uno de los tramos la protagonista es entrevistada, un recurso que utiliza Movsichoff inteligentemente para suministrar con precisión datos bibliográficos, como la cita de varias de sus novelas (Balún Canán, Oficio de Tinieblas), la pieza de teatro El eterno femenino, y parte de su obra poética (Trayectoria del polvo, Apuntes para una declaración de fe y De la vigilia estéril).

La autora domina el habla popular de México –donde residió varios años-, lo cual otorga al texto convicción y verosimilitud. Por Fuegos encontrados recibió el Premio Juan Rulfo en México para Primera Novela 1981 y el Premio Círculo de Lectores 1985 en Buenos Aires, y por Las fábulas del viento el Segundo Premio Municipal de Novela 1986-1987. El arca de la memoria es otra de sus brillantes obras en su reconocida carrera literaria. 

Germán Cáceres


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Publicado por Blogger para Carlos Sánchez Viamonte el 3/03/2013 10:00:00 a.m.




domingo, 13 de enero de 2013

"Mundo animal" de Antonio Di Benedetto- Paulina Movsichoff

En "El borrador de un reportaje", que precede a los cuentos de Mundo animal, Di Benedetto define a esta obra como un delirio. Y, en efecto, ésa el la interpretación que, sintéticamente y sin profundizar demasiado, podemos darle. Sus cuentos son breves. El autor sorprende al lector, lo saca de sus esquemas cotidianos y luego lo deja, librado a la tarea de desentrañar el sentido de este mundo que, tan fugazmente, le ha hecho entrever. Mundo animal es un ruptura, la realidad dislocada, condicionada por una visión intuitiva y onírica. ¿Podemos acaso negar que todo lo que vemos no está coloreado por nuestros sueños, por la intuición que, según Croce, es la actividad espiritual que tiñe a las cosas de significados? En todos los cuentos los animales están, de alguna manera personificados. Asumen cualidades humanas, reflexionan, se compadecen, son crueles a veces, con una crueldad que parece una forma deliberada de conducta. Es por eso que los hombres se convierten en animales como un símbolo de una similitud en al actuar de unos y otros, como una manifestación del escepticismo del autor que afirma, en el cuento "Algo de misterio", en donde el gato es el personaje central cuya misión es combatir a los ratones de una sala cinematográfica: "Podría también haber gatos para los niños. (...) De ese modo, creo yo, habrían después menos hombres desdichados". El humor es el recurso del que se vale para desplegar esta realidad insólita. Un humor que podríamos llamar "negro", como sucede en "Bizcocho para polillas"  en que el protagonista, fatigado de que las polillas coman inevitablemente su ropa, las induce a matarlo informándolas de que tiene una mancha en el pecho. O bien en "Mariposas de Koch" en donde poetiza su realidad de tuberculoso, afirmando que las mariposas que ha tragado en el transcurso del tiempo son las mariposas rojas que ahora escupe. En ocasiones es el absurdo el que lo determina y lo hace víctima, como en "Amigo enemigo" o en "Es superable". Sin duda el autor, al volcar su visión particular de las cosas, ha tenido determinadas intenciones simbólicas. Él mismo lo afirma en "Borrador de un reportaje": ésta puede ser una interpretación, pero no la única. Es el lector el que tiene a su cargo la tarea de recrear y de dar una respuesta a una invitación que no se puede eludir si no se comienza su lectura.    


Comentario realizado para la audición "Biblioteca de Radio Nacional", febrero de 1972     

martes, 1 de enero de 2013


Novelas

de Paulina Movsichoff
(SLL, San Luis, 2012, 222 páginas)

Este hermoso libro de tapa dura y excelente tipografía lo editó el Gobierno de la provincia de San Luis en ocasión del Bicentenario de la Revolución de Mayo. Consta de dos novelas, Sombra de mi bien esquivo y Fuegos encontrados.

La primera toma el título de un verso de Sor Juan Inés de la Cruz (“Detente, sombra de mi bien esquivo”), al que también utiliza como epígrafe. Dado que está narrada en la primera persona de Ludmila Katz -de vocación escritora- y presenta incontables detalles de varias ciudades (ella vive en Ecuador y en México, como lo hizo Paulina Movsichoff) a ratos se tiene la sensación de estar leyendo una novela autobiográfica. Es más, cuando la protagonista explica su estilo (“Sé que no estoy narrando en orden, que mi escritura es sinuosa y zigzagueante”), describe el de la misma autora, de gran fluidez y espléndidas imágenes.

La accidentada vida sentimental de Ludmila despierta el interés y la curiosidad del lector, y otorga a la obra un sesgo eminentemente romántico. Esta circunstancia le permite a Movsichoff desarrollar su sensibilidad (“La música parecía provenir de otro mundo, como si el autor estuviese libre de las pasiones humanas, de ese lado oscuro de nuestra alma que casi siempre permanecía cerrado a nuestro conocimiento”), aunque ello no le impide referirse a los crímenes y al espanto de la última Dictadura Militar (“El horror era una nueva presencia a la que era imposible acostumbrarse, ese octavo pasajero al que debíamos tratar de ignorar para que la locura no nos inundase”).

Movsichoff cita escritores, músicos y filósofos a través de los profundos diálogos de los personajes intelectuales, quienes no ocultan los requerimientos imperiosos de la vida cotidiana.

Fuegos encontrados recibió el Premio “Juan Rulfo” para primera novela, México, 1981, y el del Círculo de Lectores, Buenos Aires, 1985. Su prosa –serena y plena de colorido- adquiere una elegancia y belleza exquisitas.

La elaborada trama transcurre en la época de Rosas, con la lucha entre federales y unitarios como telón de fondo. Asimismo están los malones, y se señala que los blancos poseían cautivas indígenas. Hay un vocabulario rico acerca de los dioses, costumbres y ritos de los aborígenes patagónicos, sobre todo de mapuches y araucanos.

También se desprende un hálito romántico que envuelve a casi todos los personajes, e incluso a los secundarios, que están cincelados con convicción. Sin embargo, la muerte es una presencia constante que visita inexorablemente a varios de ellos y Fuegos encontrados alcanza entonces un intenso y poético sesgo melancólico. La autora despliega una inusual inventiva y una fértil imaginación para poblar la narración de numerosas historias que se imbrican entre sí.

Un libro muy recomendable con dos notables novelas que se leen con sumo placer.

Germán Cáceres
Biblioteca Popular Carlos Sánchez Viamonte  

sábado, 15 de octubre de 2011

Fuegos encontrados- Paulina Movsichoff (fragmento)


Los días de Lemunano ya se han roto. No subirá la montaña florecida con la mirada centelleante por la miel del Kaichán, ni sus oídos escucharán el clamor de los atabales. Los días de Lemunao ya se han roto, a pesar de que los hombres aún esperan que el brazo de su jefe los conduzca por la marejada de chuzas, que su voz levante una vez más el árbol de la victoria. Pero Lemunao tiene el cuerpo frío y la mirada lejana. Quizá el espejo de su memoria refleje todavía la cabellera de una mujer y sus manos desanuden la trenza de su risa. Quizá todavía lo estremezca un antiguo clamor, una polvareda de delirios. El son de los cultrunes acompaña ahora la salmodia triste de las mujeres que no quieren mirar esas manos aferradas a la muerte, su raíz cortada por el filo del dolor. Vanas lanzas tiemblan en la noche. Un venado corre, atravesando el viento.
El canto de la Machi sube, pausado y melancólico, chau, kusche ngéime, mileum mi wenapú meu, el demonio alzó sus torbellinos a tu paso, el demonio te ha derribado. Entonces Lemunao se incorpora y su mirada recorre la penumbra del toldo. Se detiene ante el nuevo, ante aquel que un día llegó y fue su hijo. "Te llamarás Huaquinpán", le dice, "mi lucha hasta el final llevando. Desde el principo estando Huaquinpán defendiendo la tierra, hasta el final luchando. La destrucción llegando. La tierra siendo nuestra, nosotros creciendo en ella como quien planta un árbol, los intrusos siendo ellos, más allá del mar viniendo. Triste siendo".
El cuerpo es colocado en la huaca. Descansará en la ladera de un médano, a la sombra del piquillín. El fürufü- hué vendrá todas las tardes a entonar en su tumba la canción de la brisa.

El mensajero entregó su quipu y explicó: "ésta es nuetra señal: hay que deshacer un nudo cada día. Cuando quede uno solo se hará la junta". Huaquinpán esperó, paciente, la respuesta. Sentado en un tronco de caldén escuchó: "dicen que habrá guerra, pues; acabaremos con los huincas".
Fueron llegando, de todos los rumbos. Pasaron delante de Huaquinpán, la mirada de fuego, la frente de piedra. Larga fila lo rodea. Huaquinpán hace un signo con la cabeza y todos bajan de las cabalgaduras, despojándose de sus mantas. Sólo él permanece erguido en el caballo, auscultando el horizonte. De pronto exclama: "¡Ya" y comienza a oírse el clamor. La tierra parece retumbar. Sólo entiende el grito agudo; avanzan corriendo en fila cerrada cimbreando las lanzas, haciendo maniobra de combate. El grito estremece el aire, se eleva por encima del polvo, se reparte a todos lados. Uno de ellos se acerca y saluda al Gran jefe. Detrás, las manos atadas con sogas, viene el blanco. Fue la noche anterior, al amparo de las sombras, cuando lo capturaron. Huaquinpán se dirige a los suyos después de estudiarlo largamente: "ya hemos capturado el toro, hoy celebraremos el nguillatún".
El prisionero es atado al algarrobo. Los gritos no han cesado. Una extraña danza, agónica, ebria de vengaza, va rodeando su cuerpo, que ya no resiste. Sabía a lo que se arriesgaba cuando trató de convencer a los indios de que pactaran con el enemigo.
La Machi permanece inmóvil, los brazos extendidos. Su ayudante va hacia el blanco y le arranca el corazón. El fuego lo recibe después de que los hombres untan la lanza con su sangre. La machi traza un círculo en el fuego, clavando en el centro la varilla. Dibuja el caballo, dibuja la perdiz, dibuja el toro, dibuja el puma, dibuja el buitre. Luego desata su danza. Cuando le presentan el corazón clavado en la punta de las chuzas, Huaquinpán piensa: "Ya nada podrá detener al gran malón". Él sabe de los proyectos de los huincas. La paz con ellos no es posible desde que sus mensajeros le avisaron de la última invasión. Hoy es el día en que un solo nudo queda en el quipu. Cuando la noche se arrodille ante el gran sol, cuando la luz abra un camino en su sueño y en el de los suyos, irán por el rumbo que la Machi señale, soplando el humo de su pipa. Demostrarán que no es fácil vencerlos, quitarles esa tierra donde una vez los arrinconaron.
El día de la guerra ha comenzado. Huaquinpán es el primero em montar. Los demás lo siguen y en su galope hay una decisión inquebrantable. No tiene tiempo ya de pensar en el rostro manso de Casiana enseñándole los nombres de los pájaros mientras despliega la ropa sobre las piedras del río, ni en el cuerpo moreno de la María Salomé hablándole el lenguaje de la ternura. No tiene tiempo de pensar en nada pues allí, más allá de los médanos, detrás de la mole rocosa, está el enemigo. Volverá cansado, los ojos brillantes de victoria. Y sentirá en su cintura el calor de una manos de niña, que se le tendieron en medio del griterío y del fuego pidiéndole ayuda.


Fuegos encontrados. Editorial Tierra Adentro, México, Editorial Círculo de Lcetores, Buenos Aires, Editorial Tierra Adentro, Bueno Aires y próximamante en San Luis libro, Colección Bicentenario, San Luis.

martes, 13 de septiembre de 2011

"Las fábulas del viento" de Paulina Movsichoff- Márgara Averbach


Esta segunda novela de la joven escritora Paulina Movsichoff nace en un territorio que media entre la historia y la magia. Las fábulas del viento explora el espacio de la guerra entre federales y unitarios desde la perspectiva federal de la Argentina distinta y secreta de los pequeños pueblos de provincia.
El relato entero está centrado sobre todo en el sentimiento del pueblo chico y en su geografía: un tapiz de personajes cuyas vidas se cruzan y se tocan como hilos, sin perder por eso su sentido propio y su soledad esencial. En ese universo, los caudillos, bandidos, maestros y sus mujeres hilan sus horas en un silencio que también tiene su grito.
Este espacio de pagos une los episodios cortos y aparentemente dispersos en un ritmo intenso y lento al mismo tiempo, como el de las siestas del verano. La historia de esos hombres y mujeres corre hacia un final en el que, por primera vez, como si se descorriera un telón, los dos protagonistas, Ramiro y Matilde, encuentran una voz propia, más íntima y no menos desgarrante que la del narrador anterior.
Esta historia de encuentros y exilios está dicha en una prosa que incorpora la magia de la novela latinoamericana, sus milagros, sus iniciacones y sus desiertos terribles y vacíos. En esa prosa viven los habitantes del pueblo, cada uno inmerso en su propia lucha.
Como corresponde al siglo pasado, las luchas de los dos sexos están separadas: la de los hombres es la de las armas, la política, el estudio; la de las mujeres, la de la espera. De las dos, la espera es la más despiadada, la más sola, y estas mujeres hacen el mundo casi en mayor medida que sus hombres. Se sientan durante años junto a los mismos rostros y siguen esperando sin razón, sin sentido. Es una espera empecinada, absurda incluso y, por eso mismo, valiente y fértil. En realidad, en ese estado de hacer, no haciendo, se encierra la fuerza de esta novela, que habla sobre todo de los pueblos del sur y de su paciencia.

Clarín. Cultura y Nación, 1987.