lunes, 17 de agosto de 2009

Paisajes prohibidos- Paulina Movsichoff

Miro caer la lluvia la calle a esta hora parece habitada por fantasmas un indio pasa con un bulto a la espalda creo que fue peor salir me hubiera quedado en casa aun cuando allí también molesten los recuerdos aun cuando la reciente ausencia de Carlos me resulte casi imposible de soportar Carlos en París lo nuestro ha llegado a un punto muerto me dijo yo me quedé aquí en esta ciudad de balcones y montañas en este sitio que a veces resulta triste si se es un exiliado y la mitad de una ha quedado en otra parte en verdad ha sido peor salir esta tarde lluviosa de fin de año me ha llevado de nuevo a tantas cosas y yo no quería ponerme nostálgica no quería acordarme de vos Marcelo amigo de la infancia amigo de siempre qué será de tu vida allá en Buenos Aires amenazado escondido sin que nadie sepa de vos ni siquiera Marieta ni siquiera los chicos por qué hoy Marcelo te añoro tanto y Buenos Aires debatiéndose en el horror cara de cadáveres eso parecíamos todos temblando noche a noche que vinieran a buscarnos ellos los encapuchados podía verlos casi sacándonos por la fuerza arrastrándonos hasta su auto con los ojos vendados el ruido de armas rozando nuestro cuerpo estremeciéndonos con la certeza de la próxima muerte la gente comenzó a quemar libros y revistas a deshacerse de discos libretas de direcciones nosotros seguíamos escuchando a Violeta Parra a Soledad Bravo continuábamos con nuestras estanterías repletas de libros pero también sabíamos que era un precario equilibrio una tregua robada a la muerte al fracaso nosotros nos fuimos otros vos Marcelo prefirieron quedarse te reías cuando te instábamos a abandonar el país querías llegar hasta el fin en la lucha y hoy aquí llegando a casa acercándome a mi soledad acordándome de Marcelo no sé por qué de Marcelo ya tan definitivamente lejos esa silueta que espera en la puerta seguramente se ha equivocado quién puede querer verme a estas horas pero si sos Marcelo casi no lo creo te abrazo sonreís y me abrazás pasá por Dios qué hacés aquí no sé qué decir y me callo y te miro nos miramos te escucho el vaso de ginebra en tu mano es una isla tranquilizadora no estoy soñando estás aquí contándome de tu misión en México que mañana temprano seguirás viaje y te miro te digo de nosotros de Carlos en París de mí me contás de Cecilia y los chicos en un lugar seguro no nos cansamos de hablar de hacer conjeturas sobre el futuro sobre ese gran cambio que ya parece haberse diluido en los recovecos de tanta memoria desangrada de tanta muerte sin sentido pero vos aún tenés fe y me la vas contagiando y verte es de nuevo vivir la euforia de mil banderas y bombos y pueblo enardecido ahora todo está embrollado hasta la última y más remota de las esperanzas te pongo un colchón en el living seguramente ya dormís tu sueño cansado yo no puedo otro año se va esta noche estas batallas mías sin sentido mi vida jugada a qué Carolina carne mía reclamando sus derechos pero este exilio me ha dejado los ojos tristes ya casi es la hora de despertarte te vas como llegaste con otra sonrisa con otro abrazo te miro alejarte la casa de nuevo vacía yo y mis fantasmas no quisiste que te acompañara al aeropuerto mejor así nada de sentimentalismos cada cual a lo suyo hay que levantar a Carolina prepararla para ir al colegio no pensar más no añorar paisajes prohibidos tierras inaccesibles el diario sobre la mesa buscar ávida noticias de allá aunque vengan con una semana de atraso y vos ya me hayas dicho todo lo que necesitaba saber pero igual despliego la edición internacional de La Nación a la que mi padre me suscribió sin decirme nada para que estés informada me dijo como si con ese diario se pudiera saber algo y a la primera cosa que veo me bailan las letras vuelvo a leer y es tu nombre lo que se destaca más allá de las lágrimas que ya empiezan a asomar vos sí Marcelo muerto hace diez días abatido como dice el diario en un tiroteo en plena calle allá en Buenos Aires

Extraño de ojos grises, Secretaría de Educación Pública. Colección Piedra de Toque, México, 1982

No hay comentarios:

Publicar un comentario